UA-96916896-2 La arquitecta que se mete en las favelas - Zucca

La arquitecta que se mete en las favelas

septiembre 03, 2018

La arquitecta que se mete en las favelas en busca de información - Zucca

Cuando hablamos de favelas, Brasil no tiene claro ni cómo referirse a ellas. Mientras que unos han optado por eliminar este término tan unido a la violencia, otros lo reivindican como "espacio de afirmación de una identidad propia, de resistencia y denuncia de sus condiciones". Así lo recoge este documento del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que afirma que actualmente más de 11 millones de personas viven en uno de estos asentamientos en su territorio.
Si el debate por el lenguaje está vivo, el de los datos aspira a estarlo. "El Gobierno alega habitualmente que no dispone de información precisa para aplicar planes concretos para solucionar la precariedad de las favelas, nosotros recogemos esos datos para que no puedan decir que no los tienen". La que habla es Lais Rocha Leão (Curitiba, 1994), arquitecta urbanista de 24 años y una de los 16 jóvenes más influyentes de 2018, según la Comisión Europea. Acaba de visitar Bruselas en el marco de las Jornadas Europeas de Desarrollo, para contar cómo ella y su equipo recorren estas barriadas para elaborar estadísticas y hacer análisis cuantitativos y cualitativos de sus necesidades.

La arquitecta que se mete en las favelas en busca de información
"Para transmitir a las autoridades sus demandas, necesitamos indicadores. Por ejemplo determinamos que el porcentaje que puede leer y escribir en un área determinada, que es el 70%, es inferior al de las ciudades, y con ese dato podemos hacer ver a las instituciones la necesidad de un programa educativo", añade. Rocha coordina un equipo dentro de la ONG Techo compuesto por voluntarios que cada día recopila información de las favelas de su ciudad. A la vez, está en constante contacto con las autoridades locales para empezar a poner soluciones a partir de esos indicadores. "Lleva su tiempo, creemos que gracias a un informe que estamos realizando, a final de año podremos comenzar a regular la situación de una pequeña zona". La arquitecta se refiere con esto a incluir a sus habitantes en el censo, urbanizar sus calles e incluso darle un nombre a las mismas.
En los últimos años la información obtenida sobre estas barriadas ha permitido cambiar la percepción y los prejuicios sobre estas comunidades. Un estudio del IBGE concluyó en 2013 que el 65% de sus habitantes pertenecen a la clase media, que el 70% tienen cuenta corriente bancaria y el 35% posee tarjeta de crédito. Además de las cifras desnudas, Rocha busca la implicación de los vecinos: "Intentamos que la comunidad participe en el proyecto. La transparencia y la empatía son muy importantes en este trabajo y, por suerte, la mayoría de ellos ya nos conocen y confían en nosotros. Es muy duro luchar contra la frustración, porque ellos ya han escuchado promesas muchas veces y nunca ha cambiado nada".
Es muy duro luchar contra la frustración, porque ellos ya han escuchado promesas muchas veces y nunca ha cambiado nada.
La iniciativa tiene también una perspectiva de género. La urbanista opina que a través del cambio en el entorno, mejorará la situación de las mujeres. "Si reforzamos la comunidad, ellas tendrán, por ejemplo, un lugar en el que dejar a sus hijos y así poder trabajar", apunta Rocha. En las favelas, las mujeres suelen ser líderes en muchos de los proyectos que se llevan a cabo, pero también son las más damnificadas por las circunstancias. La mayoría están solas con varios hijos, bien porque el padre se ha marchado o porque son ellas las que huyen del maltrato.
La primera vez que Lais visitó una favela fue de la mano de sus abuelos, que quisieron que viera como eran esos asentimientos y fuera consciente de la realidad. "Son lugares que en cierto modo están relacionados con la esclavitud y el racismo. Nuestras ciudades son el reflejo de nuestra historia", asegura. Ella quiere cambiar un poco el curso de esta historia y que los habitantes de estas barriadas no sean vistos nunca más como "vagos y mala gente".
Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/06/16/seres_urbanos/1529176866_870615.html





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