El derecho a la movilidad, que usualmente se asocia a la circulación entre países y a la migración internacional, también incluye el derecho a moverse libremente dentro de un país, dentro de una ciudad. Suele decirse que el ser humano es un ser social por naturaleza, pero se omite que también es un ser nómada. Necesitamos movernos. Queremos movernos. Pero, ¿cómo? ¿Y a qué coste?
En el mundo hay más de 1.200 millones de vehículos en circulación ―lo que significa que hay algo así como uno por cada seis habitantes― y para 2035 se estima que llegaremos a los dos mil millones. El tránsito de vehículos, como es sabido, tiene un notable impacto en las emisiones contaminantes emitidas a la atmósfera: monóxido de carbono, hidrocarburos y óxidos de nitrógeno. En algunas ciudades, la contribución del tráfico a la contaminación puede suponer hasta un 80%.
El desafío de la movilidad sostenible es mundial. Por ello, tiene un espacio considerable en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda internacional que marcará el rumbo de los próximos 15 años. Pero es en las ciudades donde estos procesos de globalización se localizan y es una gestión local, y no otra, la que podrá ofrecer soluciones y convertirse en el elemento central de las políticas del futuro. Y del futuro de la política.
Vuelven las ciudades como actores políticos decisivos, desde el Tratado de Westfalia (1648) que estaban relegadas por los Estado-Nación. El poder se descentraliza. Los niveles subnacionales conocen mejor los problemas y son capaces de incorporar al diseño y elaboración de las políticas públicas a la sociedad civil organizada y a los ciudadanos individualmente. Hay una nueva gobernanza. Y, con ella, nuevas expectativas.
Tecnología para la movilidad
La irrupción de las TIC ha producido un cambio de paradigma en los modelos de comunicación y organización de las personas. Este contexto contribuye a modelar un perfil de ciudadano preocupado por su responsabilidad individual ante las amenazas globales, un ciudadano proactivo, empoderado como nunca antes, que ya no se limita a observar la realidad y a reaccionar, sino que genera alternativas. La ciudad se convierte en un tecnolaboratorio ciudadano, un ecosistema ideal para la innovación y ensayo de estas nuevas alternativas. Este ciudadano inteligente, con la ayuda de la tecnología, han comenzado, hace algunos años, a producir plataformas y aplicaciones móviles que, junto al resurgimiento de la economía colaborativa, brindan pequeñas soluciones al problema de la movilidad.
El 75 % de los viajeros utiliza dispositivos móviles cuando viaja
Este es el caso del fenómeno del carpooling ―prácticamente monopolizado en Europa por la plataforma Bla Bla Car―, el cual permite reducir la congestión de tránsito, disminuir las emisiones contaminantes, compartir los gastos de viaje y crear nuevas relaciones. Iniciativas similares están surgiendo desde la Administración Pública (top-down), como City CarShare, una aplicación impulsada desde la municipalidad de San Francisco para optimizar el uso de vehículos particulares. Y otros dos ejemplos son Biko y Social Cyclist, aplicaciones móviles que crean una comunidad online de ciclistas, incentivando y facilitando el uso de la bicicleta como modo de transporte urbano.
Alternativas sustentables
El 22 de septiembre fue el Día Mundial sin Automóvil; por un día se hace un llamamiento a no utilizar el coche y probar nuevos medios de transporte. La bicicleta, que está a punto de cumplir los 200 años, es la alternativa más escogida… Cuatro mil millones de personas en el mundo saben montar en bicicleta, sólo lo supera el caminar. Es también la alternativa más sana, ecológica y económica. La bici está de moda y es también una cultura, una manera de moverse y vivir en las ciudades. La otra gran alternativa de fondo es el caminar. Sin más. El fotógrafo Francisco Navamuel, creador del popular grupo en Facebook Caminar como práctica anarquista, ética, estética y de pensamiento, sostiene: "Caminar para mí es una manera de relacionarme con el territorio, de conocer en primera persona el espacio que habito, de reconocerme en las personas que voy encontrando cuando camino. Caminar tiene la capacidad de igualarnos, de hacernos ciudadanos en la medida que ocupamos y utilizamos un espacio y lo transitamos".
Multi e intermodalidad
Todos los años, del 16 al 22 de septiembre, por iniciativa de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, se celebra la Semana Europea de la Movilidad. Este año, el tema ha sido la multimodalidad y su eslogan: "Elige. Cambia. Combina tu movilidad". El objetivo de la campaña era reflexionar sobre la decisión (y responsabilidad) que hay detrás de cada elección de transporte y concienciar al ciudadano medio sobre las diferentes opciones (público, privado, motorizado, no motorizado, etc.). Una correcta decisión nos puede hacer ahorrar dinero, tiempo, mejorar nuestro bienestar y ayudar al medioambiente. No somos exclusivamente viajeros de metro, conductores de coche o ciclistas, sino que podemos ser un poco de cada, dependiendo del momento, la necesidad, el destino…
Reapropiación del transporte público
A finales de la década de los ochenta, el antropólogo francés Marc Augéelaboraba el concepto de "no-lugar" para referirse a los espacios provisionales, efímeros, espacios de insociabilidad, de anonimato, de alienación; y ejemplificaba con espacios destinados al tránsito, principalmente aeropuertos, estaciones de tren y metros ―para esto último dedicó una investigación entera: El viajero subterráneo: un etnólogo en el metro―. El transporte público y sus escenarios pueden y deben ser mucho más que espacios de tránsito. Es por esto que Administraciones, Organizaciones No Gubernamentales, colectivos de ciudadanos y otros están desarrollando manifestaciones artísticas reivindicativas del transporte y espacio público. Tal es el caso de Moving Cities, un proyecto audiovisual dirigido y creado por el cineasta Jevan Chowdhury que transcribe el ritmo vital de las ciudades a través de la danza.
En algunas ciudades, la contribución del tráfico a la contaminación puede suponer hasta un 80%
Big Data e Internet de las Cosas
El 75 % de los viajeros utiliza dispositivos móviles cuando viaja. El móvil es nuestra huella digital… capaz de revelar quiénes somos, qué hacemos y adónde vamos. La prestigiosa revista científica Nature publicó un estudio en el que, después de analizar 15 meses de datos de teléfonos móviles de un millón y medio de personas, los investigadores encontraron que sólo serían necesarios cuatro puntos espacio-temporales (basándose en el lugar y el momento de uso aproximado del móvil) para identificar el trazo de movilidad único del 95 % de los individuos. Por otra parte, se impone el fenómeno de la Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Cisco Systems, en uno de sus últimos estudios, predijo que, para el año 2022, el número de dispositivos conectados a Internet alcanzaría los 50 mil millones. Con un paso del big data al data thinking y un correcto uso de la Internet de las Cosas, las ciudades serán capaces de ofrecer servicios más eficientes, sostenibles y personalizados.
Una tecnología ciudadana para optimizar la movilidad y generar nuevas alternativas, un resurgimiento de las opciones de siempre, una toma de conciencia de la multimodalidad, una reapropiación del espacio-tiempo de transporte y una comprensión de los datos y de las posibilidades que trae la IoT para mejorar la oferta de servicios… Cinco nuevas realidades que nos invitan a pensar en una revolución de la movilidad y en un futuro más sostenible.